“Estimada madre,
Nunca se imaginaría lo que vi aquí.
Kirkwall era un círculo de horrores. Algunos de nosotros contaban los días que pasaban por los morados que tenían en sus carnes, otros, simplemente, rezábamos a Andraste para que la preciada libertad llegase algún día. Sin embargo, madre, Montssimard es un nuevo mundo. La torre en sí ya es diferente: nada recuerda a una cárcel, parece más bien parece una academia o un orfanato. Incluso la arquitectura es delicada y amable… hasta simpática. Los templarios nos siguen manteniendo vigilados con una corta correa, pero los propios magos controlan que no se produzcan abusos. Hay una estrecha coordinación entre ellos para que todo vaya bien. Hasta escuché decir a dos templarios entre risas ‘magos contentos, ¡menos trabajo para nosotros!’. Increíble, ¿no cree?
Aquí en Montssimard tan solo se preocupan por la lucha política. Personas pagando dinero a templarios, que se venden como guardaespaldas, para salir de las torres, políticos magos soltando oro para ascender… ¡incluso se están elaborando alianzas nobiliarias dentro del propio círculo! La corrupción es clara, madre. Todo lo hacen por el poder, pero tienen libertad, pueden ascender, pueden volar fuera del círculo. Todavía no he visto a nadie cuestionándose la legitimidad de la capilla para encerrarlos, ni tan siquiera un resquicio de duda sobre la utilidad de los círculos. Todos parecen, sorprendentemente, a favor.
Siento de veras que tuviera que gastarse tanto dinero para poder transferirme aquí, pero la verdad es que esto me ha mostrado otro mundo: no es necesario ni destruir los círculos ni acabar con todos los templarios, todos somos personas. Lo importante, madre, es hacernos ver que podemos confiar los unos en los otros.
La quiere,
Su hija”.
Carta de una encantadora transferida de Kirkwall a Montssimard a su madre. 9:32 del dragón.
----
Montssimard, inscrita en las fronteras del Imperio de Orlais, alberga el segundo círculo de Orlais, el círculo de Montssimard, del que Vivienne de Fer iba a proclamarse primera encantadora, y la sede de los guardias grises de Orlais.
Nunca se imaginaría lo que vi aquí.
Kirkwall era un círculo de horrores. Algunos de nosotros contaban los días que pasaban por los morados que tenían en sus carnes, otros, simplemente, rezábamos a Andraste para que la preciada libertad llegase algún día. Sin embargo, madre, Montssimard es un nuevo mundo. La torre en sí ya es diferente: nada recuerda a una cárcel, parece más bien parece una academia o un orfanato. Incluso la arquitectura es delicada y amable… hasta simpática. Los templarios nos siguen manteniendo vigilados con una corta correa, pero los propios magos controlan que no se produzcan abusos. Hay una estrecha coordinación entre ellos para que todo vaya bien. Hasta escuché decir a dos templarios entre risas ‘magos contentos, ¡menos trabajo para nosotros!’. Increíble, ¿no cree?
Aquí en Montssimard tan solo se preocupan por la lucha política. Personas pagando dinero a templarios, que se venden como guardaespaldas, para salir de las torres, políticos magos soltando oro para ascender… ¡incluso se están elaborando alianzas nobiliarias dentro del propio círculo! La corrupción es clara, madre. Todo lo hacen por el poder, pero tienen libertad, pueden ascender, pueden volar fuera del círculo. Todavía no he visto a nadie cuestionándose la legitimidad de la capilla para encerrarlos, ni tan siquiera un resquicio de duda sobre la utilidad de los círculos. Todos parecen, sorprendentemente, a favor.
Siento de veras que tuviera que gastarse tanto dinero para poder transferirme aquí, pero la verdad es que esto me ha mostrado otro mundo: no es necesario ni destruir los círculos ni acabar con todos los templarios, todos somos personas. Lo importante, madre, es hacernos ver que podemos confiar los unos en los otros.
La quiere,
Su hija”.
Carta de una encantadora transferida de Kirkwall a Montssimard a su madre. 9:32 del dragón.
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Montssimard, inscrita en las fronteras del Imperio de Orlais, alberga el segundo círculo de Orlais, el círculo de Montssimard, del que Vivienne de Fer iba a proclamarse primera encantadora, y la sede de los guardias grises de Orlais.