-¡Mantened esos monstruos a raya! No les dejéis sobrepasar los limites y por el Hacedor, que alguien ayude a Sandor con esa empaliza, maldita sea!
Los gritos de Fergus retumbaban por la zona de contención que los soldados habían creado apresuradamente para contener la amenaza de los muertos vivientes.
Una semana había pasado desde que Fergus se marchase de Feudo Celestial y rápidamente, su grupo se había percatado de la situación. Habían llegado a la conclusión que era mejor pecar de cauto y considerar que la situación de los muertos levantándose de sus tumbas era un fenómeno generalizado. Una rápida discusión con sus hombres llevó a Fergus a ordenar la vuelta a marcha forzada hacia Pináculo; por mucho que quisieran ayudar a los demás fereldanos, sus hombres tenían familias en el Teyrnir y preferían volver para saber de su situación.
Volviendo en tiempo récord, Fergus se sintió aliviado de saber que las familias de sus hombres se encontraban a salvo, todo gracias a la rápida actuación de las fuerzas bajo su mando.
Fergus no podía sino sentirse orgulloso de los hombres y mujeres que conformaban su cuerpo de soldados: entrenados duramente durante diez años, eran guerreros curtidos y altamente efectivos. Si en algo destacaba Pináculo desde la Ruina era en la calidad de sus fuerzas armadas y eso se debía al deseo de Fergus de que no sucediese nunca más una tragedia como la que acabó con la vida de su familia con la traición de Howe. Gracias a ese fuerte deseo, su experiencia y algún que otro consejo de Sylvia y Alistair, Fergus había creado una verdadera fuerza a tener en cuenta.
Esa misma fuerza era la que llevaba repeliendo a los muertos de las zonas de población durante toda una semana con temple inquebrantable y una determinación admirable. Con la ausencia de la autoridad máxima -en este caso, él mismo-, se había creado un vacío llenado rápidamente de manera colectiva por los diferentes líderes de pelotones que respondían a sus respectivos comandantes. La prioridad había sido proteger el castillo de Pináculo -con la ciudad colindante del mismo nombre- las diferentes aldeas menores y las lineas de suministros.
Ante la adversidad inesperada, sus hombres habían dado la talla y el no sería recordado como el Teyrn de Pináculo que se mantuvo en la seguridad de sus muros mientras su Teyrnir ardía a su alrededor.
-Soy un Cousland. Hacemos lo que debemos por el bien del reino -murmuró para si mismo Fergus antes de girarse para mirar a los hombres que se encontraban con el en Vado de Harper. Podía oír como los revividos se amontonaban en la empaliza, espoleados frenéticamente por algún motivo. No tardarían en entrar-. ¡Escuchadme, aquello a lo que nos enfrentamos no son nuestros amados fallecidos! ¡No son nuestro padre y nuestra madre, no son nuestra esposa o nuestro marido; nuestro hijo o hija! ¡No lloremos por destruir aquello que ahora reside en el reino del Hacedor! Aquellos a los que nos enfrentamos no son más que cascarones sin vida, reflejos grotescos de lo que una vez fue! ¡No vaciléis en ningún momento, pues hacerlo es invitar a la muerte! ¡Pináculo no caerá ante la oscuridad que se avecina! Seguidme ahora y mostremos a todo aquel que mire, mortal o no, la templanza de los hombres y mujeres de Pináculo! ¡Por Pináculo, por Ferelden!
Los gritos de sus soldados, enardecidos, le llenaron de fuerza y orgullo al girarse para hacer frente a la tromba de renacidos que se apresuraban hacia ellos.
-¡Arqueros y caballería, a mi señal! ¡Enviemos estos engendros al Vacío del que vinieron!
Puede que Ferelden volviera a ser atacada por un mal desconocido, pero Pináculo resistiría y la llama que era el Teyrn ardía con más fuerza que nunca.
Los gritos de Fergus retumbaban por la zona de contención que los soldados habían creado apresuradamente para contener la amenaza de los muertos vivientes.
Una semana había pasado desde que Fergus se marchase de Feudo Celestial y rápidamente, su grupo se había percatado de la situación. Habían llegado a la conclusión que era mejor pecar de cauto y considerar que la situación de los muertos levantándose de sus tumbas era un fenómeno generalizado. Una rápida discusión con sus hombres llevó a Fergus a ordenar la vuelta a marcha forzada hacia Pináculo; por mucho que quisieran ayudar a los demás fereldanos, sus hombres tenían familias en el Teyrnir y preferían volver para saber de su situación.
Volviendo en tiempo récord, Fergus se sintió aliviado de saber que las familias de sus hombres se encontraban a salvo, todo gracias a la rápida actuación de las fuerzas bajo su mando.
Fergus no podía sino sentirse orgulloso de los hombres y mujeres que conformaban su cuerpo de soldados: entrenados duramente durante diez años, eran guerreros curtidos y altamente efectivos. Si en algo destacaba Pináculo desde la Ruina era en la calidad de sus fuerzas armadas y eso se debía al deseo de Fergus de que no sucediese nunca más una tragedia como la que acabó con la vida de su familia con la traición de Howe. Gracias a ese fuerte deseo, su experiencia y algún que otro consejo de Sylvia y Alistair, Fergus había creado una verdadera fuerza a tener en cuenta.
Esa misma fuerza era la que llevaba repeliendo a los muertos de las zonas de población durante toda una semana con temple inquebrantable y una determinación admirable. Con la ausencia de la autoridad máxima -en este caso, él mismo-, se había creado un vacío llenado rápidamente de manera colectiva por los diferentes líderes de pelotones que respondían a sus respectivos comandantes. La prioridad había sido proteger el castillo de Pináculo -con la ciudad colindante del mismo nombre- las diferentes aldeas menores y las lineas de suministros.
Ante la adversidad inesperada, sus hombres habían dado la talla y el no sería recordado como el Teyrn de Pináculo que se mantuvo en la seguridad de sus muros mientras su Teyrnir ardía a su alrededor.
-Soy un Cousland. Hacemos lo que debemos por el bien del reino -murmuró para si mismo Fergus antes de girarse para mirar a los hombres que se encontraban con el en Vado de Harper. Podía oír como los revividos se amontonaban en la empaliza, espoleados frenéticamente por algún motivo. No tardarían en entrar-. ¡Escuchadme, aquello a lo que nos enfrentamos no son nuestros amados fallecidos! ¡No son nuestro padre y nuestra madre, no son nuestra esposa o nuestro marido; nuestro hijo o hija! ¡No lloremos por destruir aquello que ahora reside en el reino del Hacedor! Aquellos a los que nos enfrentamos no son más que cascarones sin vida, reflejos grotescos de lo que una vez fue! ¡No vaciléis en ningún momento, pues hacerlo es invitar a la muerte! ¡Pináculo no caerá ante la oscuridad que se avecina! Seguidme ahora y mostremos a todo aquel que mire, mortal o no, la templanza de los hombres y mujeres de Pináculo! ¡Por Pináculo, por Ferelden!
Los gritos de sus soldados, enardecidos, le llenaron de fuerza y orgullo al girarse para hacer frente a la tromba de renacidos que se apresuraban hacia ellos.
-¡Arqueros y caballería, a mi señal! ¡Enviemos estos engendros al Vacío del que vinieron!
Puede que Ferelden volviera a ser atacada por un mal desconocido, pero Pináculo resistiría y la llama que era el Teyrn ardía con más fuerza que nunca.
- Nota:
- Un poco de épica para coger otra vez el ritmo no viene mal. La siguiente entrada avanzará la trama, lo prometo. Si alguien quiere unirse, el tema es abierto, por lo que invito a todo el mundo que le interese a unirse!
Última edición por Fergus Cousland el Dom Jul 12, 2015 11:05 am, editado 1 vez (Razón : Correcciones)