El Feudo del Dragón

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Foro dedicado al juego de rol entre personajes de la saga de videojuegos Dragon Age.


    El Acceso Occidental

    Gaxkang el Suelto
    Gaxkang el Suelto


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    Fecha de inscripción : 12/06/2015
    Localización : En el Otro Lado

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    Mensaje por Gaxkang el Suelto Miér Sep 09, 2015 5:16 pm

    Se había acostumbrado al calor abrasador en poco tiempo. Al fin y al cabo, no era más que una molestia mortal, y la misma sensación de calor era un mero inconveniente menor para alguien que tenía un control minucioso de su cuerpo. Las ráfagas de viento de la región ayudaban considerablemente.

    El Acceso Occidental. Así es como se llamaba la región actualmente, según las memorias del mago que había poseído. El aspecto desolador de tal erial contrastaba con los recuerdos que tenía de tal lugar, que si bien no abundaba en vida, albergaba más que en esos momentos. Aravas atishan había sido su nombre en eras ancestrales, olvidadas y enterradas bajo las arenas inexorables del tiempo. El lugar de viajes tranquilos, esa era la traducción.

    Desde luego, el antiguo nombre ya no era aplicable realmente a la zona, reflexionó Gaxkang mientras crujía la garganta de uno de los humanos contrabandistas. Alas’len, todos ellos, ocupando arrogantemente un lugar sobre el que no tenían potestad alguna. Un gruñido gutural se formó en su garganta, pero el demonio ancestral tuvo suficiente presencia de voluntad como para controlarlo. Al fin y al cabo, eran inconsecuentes y la zona había perdido su antiguo valor mucho tiempo atrás.

    Sin embargo, era precisamente el lugar más idóneo para sus planes. La mayoría de su Cacería Salvaje se había desperdigado, pero unos pocos aún permanecían con él. Serían necesarios para la empresa que se traía actualmente entre manos.

    Después de todo, uno no podía despertar a un Archidemonio sin la compañía adecuada.

    En un raro momento de contemplación, Gaxkang se permitió considerar la naturaleza misma de su ser, de su existencia. Desde luego, él y sus allegados no eran espíritus normales. No estaban constreñidos a los límites sofocantes de un espíritu usual, por mucho que siguieran los patrones de la tipología que los alas’len había creado en su sabiduría ignorante. Después de todo, Imshael seguía siendo un espíritu del deseo –espíritu de la elección-; si bien era cierto que todos ellos eran algo más, tampoco eran omnipotentes.

    Por eso eran completamente razonables sus acciones en su arcana mente. La mujer a la que cazaba, si no recordaba mal había acabado con la Ruina que amenazaba con destruir el Otro Lado años atrás. ‘El mismo año que me mató’ se recordó, alimentando la hoguera de su rabia y deseo de venganza. Matarla era una cuestión de principios. La sangre –su sangre- derramada sobre un suelo mugriento en un callejón de mala muerte lo exigía. Había resultado ser una luchadora excelente, pero había tenido la ayuda de tres más. Esta vez, retornado en todo su esplendor, las tornas serían diferentes. Sería ella la que se enfrentaría a un ejército inconsumible, alejada de toda ayuda posible.

    Sola lucharía.

    Sola moriría.

    Empezar una nueva Ruina en el Otro Lado era simplemente una de las maneras más sencillas para sacarla de donde sea que estuviera escondiéndose. Las noticias de una Ruina se extenderían rápidamente, y ella respondería. ¿Por supuesto qué lo haría, cómo no iba a hacerlo?

    Los héroes son héroes porque no viven para lamentar su estupidez, –comentó Gaxkang para sí mismo con una sonrisa grotesca.

    Y si la Ruina no era detenida y asolaba el Otro Lado… Oh, bueno, tampoco se perdía mucho; simplemente se aseguraría de acabar con ella rápidamente y evitar a los tarendin. Tampoco es que representaran un peligro real, pero incluso él admitiría a regañadientes que sus números podrían superar incluso al más grande y poderoso de los seres.

    Un día perfecto para empezar una Ruina, quizá debería haberme traído a Xebenbeck.

    Observando la negrura impenetrable del agujero, Gaxkang cerró los ojos y se concentró por unos momentos. Los Archidemonios desde luego no eran dragones normales. Gracias a la particular textura de su esencia, uno podía localizarlos fácilmente… si sabia como buscarla.

    Con un paso, Gaxkang abandonó la precaria plataforma de madera y se precipitó al vació, seguido en silencio por los miembros de su Cacería Salvaje.




    Sorprendentemente, los Caminos de las Profundidades le hacían sentir incómodo. Muchos eran pasadizos largos y cerrados y aunque fuesen de tamaño considerable, era imposible deshacerse de la sensación de estar atrapado. Era algo tan diametralmente opuesto a lo que significaba residir en el Velo que tenía constantemente erizados todos los pelos de la nuca… o lo estarían si los tuviera. Tal como estaba la situación, simplemente se sentía una sensación irracional de querer demoler toda pared de piedra de más de siete metros de alto a su alrededor. La sensación sólo remitía levemente cuando llegaban a alguna de las enormes cavernas naturales aprovechadas por los durgen’len para conectar sus extensos y pretenciosos túneles.

    Los tarendin, aquellos llamados engendros por los habitantes del Otro Lado, surgieron a mitad del camino, cada vez con más números. De ser cualquier otro, Gaxkang se hubiera preocupado, pero él era Gaxkang el Suelto; las preocupaciones de alas’len era nimiedades para él: no podía ser infectado y el cansancio no le afectaba, de la misma manera que no afectaba a aquellos bajo su dominio. Y así siguieron durante horas, abriéndose paso a través de hordas incontables de enemigos en el más completo silencio, ignorando los constantes chillidos y ruidos guturales que proferían las bestias inmundas. No importaba que acabasen con los demás miembros, mientras el vínculo que los ataba a él en servidumbre se mantuviera intacto, nada acabaría con ellos.

    Llegados a cierto punto, los engendros desaparecieron, al no haber sido capaces aún de alcanzar la prisión del dragón del terrible canto. De una manera más bien retorcida, Gaxkang les estaba haciendo prácticamente el trabajo para ellos con sus acciones. En cualquier caso, Gaxkang no olvidó apresar uno de ellos para la empresa.

    Se abrieron camino hacia las regiones más profundad, piedra tallada dando paso a antiguos pasadizos de metal brillante, pulido eras atrás, ahora desgastado y acabado. Dejando a su paso un torrente de negra sangre, el silencioso grupo no se molestó en matar a ninguna de las deformidades extrañas que encontraron varias veces, pues aquella no era la voluntad del ser que los lideraba. Llegaron a lugares que nadie había pisado en eras, de aire rancio y sin movimiento, guardián de antiguos secretos. Finalmente, alcanzaron la cámara. Situada más allá de un estrecho puente que se alzaba sobre un mar de negrura, el enorme portón de la construcción estaba iluminado por dos braseros en los que brillaba una llama azul. Eran la única fuente de luz de lo que era probablemente una caverna enorme.

    Afortunadamente, la falta de luz no era un problema para el grupo, que avanzó por el puente de piedra sin problemas. Los únicos ruidos que se oían en medio del sobrecogedor silencio eran los chillidos frenéticos del engendro, sonidos a medio camino entre adoración y terror atávico.

    Una vez enfrente del gran portón, Gaxkang pasó posesión del engendro a uno de sus siervos, que lo agarró con fuerza sin palabra alguna.

    -Bien… hora de despertar de tu siesta, dragoncito –musitó Gaxkang en una voz ronca antes de asestar un puñetazo en el que había aplicado toda su fuerza. Para su amarga sorpresa, el portón brilló por unos momentos antes de devolverle el golpe, lanzándolo al suelo varios metros atrás. Sin inmutarse especialmente, Gaxkang observó el portón con una mirada torva. En su cara, era una expresión escalofriante.

    Dando dificultades, por lo que veo. No importa, me gustan los desafíos. Si por la fuerza bruta no funciona… veamos cómo te las arreglas con sutileza –retó el demonio, acercándose al portón. Apoyando una mano en él, Gaxkang se concentró, buscando un agujero en las defensas. Era como intentar atrapar humo. Pero manos no eran necesarias cuando tenías magia a tu disposición. Con una sonrisa de satisfacción, Gaxkang dio un paso atrás, contemplando como el portón empezaba a abrirse lentamente, los mecanismos de apertura chirriando por primera vez después de cerrar el portón siglos atrás.

    Momentos después, la enorme silueta de un dragón inmóvil en medio de la cámara se hizo vagamente visible. Por fin.

    Suelta al engendro. Nuestro trabajo ha concluido, ahora empieza el suyo. Es hora de irnos –ordenó el ser ancestral con una diabólica sonrisa.

      Fecha y hora actual: Sáb Mayo 18, 2024 5:28 pm