Han pasado dos semanas desde que fui a Dirthavaren por el aniversario de la muerte de mi clan y al volver a casa, me encuentro con un grupo de shems tevintos y obviamente, como estaban mancillando mi bosque con su presencia los asesiné y me los comí. Estaban deliciosos.
Entre sus pertenencias encontré una especie de mapa de las Tumbas Esmeralda que marcaba una zona en la que yo no había estado antes, lo que me parece raro porque conozco este bosque como la palma de mi mano. Junto al mapa había unos papeles con anotaciones en tenevés que no pude leer porque no se hablar ni escribir el idioma de los tevintos.
Ahora mismo estoy guardando mis pocas pertenencias en una bolsa hecha con las ropas de cuero de los tevintos que asesiné y preparo mi montura, una preciosa halla que me deja montarme encima suya, que me llevará a la ubicación que marca el mapa.
El viaje fue agradable, salvo por los típicos shems aventureros y en el transcurso de dos días llegué al punto exacto que marcaba el mapa que llevaban los tevintos.
Me bajo de la halla y entro en una cueva muy oscura que tiene una antorcha con fuego del velo y la cojo para poder ver mientras camino al interior de la gruta y al llegar al fondo, los ojos se me abren como los de los shems asustadizos a los que suelo matar y la antorcha se me resbala de las manos, cayendo a la tierra y apagándose. No podía creer lo que veían mis ojos: un majestuoso elluvian se hallaba ante mí, más alto que yo o que cualquier qunari. Recuerdo haber leído algo sobre ellos en un libro antiguo de la custodia. Decía que los elfos usaban estos espejos para viajar de un punto a otro sin necesidad de araveles. No sé qué hacer... Ojalá pudiera activarlo.
Entre sus pertenencias encontré una especie de mapa de las Tumbas Esmeralda que marcaba una zona en la que yo no había estado antes, lo que me parece raro porque conozco este bosque como la palma de mi mano. Junto al mapa había unos papeles con anotaciones en tenevés que no pude leer porque no se hablar ni escribir el idioma de los tevintos.
Ahora mismo estoy guardando mis pocas pertenencias en una bolsa hecha con las ropas de cuero de los tevintos que asesiné y preparo mi montura, una preciosa halla que me deja montarme encima suya, que me llevará a la ubicación que marca el mapa.
El viaje fue agradable, salvo por los típicos shems aventureros y en el transcurso de dos días llegué al punto exacto que marcaba el mapa que llevaban los tevintos.
Me bajo de la halla y entro en una cueva muy oscura que tiene una antorcha con fuego del velo y la cojo para poder ver mientras camino al interior de la gruta y al llegar al fondo, los ojos se me abren como los de los shems asustadizos a los que suelo matar y la antorcha se me resbala de las manos, cayendo a la tierra y apagándose. No podía creer lo que veían mis ojos: un majestuoso elluvian se hallaba ante mí, más alto que yo o que cualquier qunari. Recuerdo haber leído algo sobre ellos en un libro antiguo de la custodia. Decía que los elfos usaban estos espejos para viajar de un punto a otro sin necesidad de araveles. No sé qué hacer... Ojalá pudiera activarlo.