Me encontraba en medio de ninguna parte, entre Ferelden y Orlais, dentro de mi carruaje, que atravesaba el camino de la frontera cuando veo una posada a lo lejos. Di un golpe con la palma de mi mano sobre el carro para que se detuviera y así lo hizo; abrí la puerta y al bajar me recibió un hombre de mediana edad llamado Artorius, mi siervo.
-¿Vais a hospedarte en esa posada, mi señora?-me preguntó Artorius
-Sí.-le contesté-Dile al chófer que vuelva a Minrathous. Tú te vas con el.
-¿No venís conmigo, mi señora?-me preguntó alarmado
-No puedo, me a surgido un imprevisto.-Y sin decirle nada más al siervo, camino hasta la posada.
Desde que salí de Tevinter, creo que me están siguiendo. Sospecho de quien se trata, pero es muy pronto para confirmar mis sospechas. Le había ordenado a Artorius que se fuera porque temía por su vida y la de los siervos que dependen de mi ahora.
Me puse la capucha negra y caminé hasta el edificio de piedra que se hallaba delante de mi y abrí la puerta. Nada más entrar noté un olor a "perro mojado" que se dice ser característico de Ferelden y puse una mueca de disgusto. Caminé hasta la barra y me senté sin quitarme el abrigo ni la capucha.
La gente parecía feliz; a un lado había gente ocupando una mesa bebiendo y contando historias, al otro extremo estaban comiendo y una camarera servía comida. Aspiré el aroma de la posada y distinguí entre el olor a perro mojado el de un guiso recién hecho. Las tripas me rugieron y caí en la cuenta de que no he comido nada desde la fiesta.
Levanté la mano derecha mientras con la izquierda rebuscaba en los bolsillos en busca de dinero. La camarera vio mi mano alzada y me sirvió un gran plato de guiso. Acto seguido pongo el dinero sobre la barra.
-¿Qué lleva?-Le pregunté, ya que tras la primera cucharada parecía muy bueno.
-Pues lleva patatas, raíz élfica, carne de mabari...-
¿¡Cómo pueden cocinar mabaris!? Pensé mientra me atragantaba.
-Tranquila, es una broma que le hacemos a los extranjeros.-Me dijo la mesera, quien se puso incómoda con al ver que mi rostro serio se tornaba aún mas serio.
La camarera se fue con una sonrisa en la boca. Probablemente todo el mundo caía en su trampa.
Desde lo ocurrido en la desastrosa fiesta, no pruebo bocado y me vinieron a la mente los quesos orlesianos que no pude probar. Por el Hacedor, casi matan a la inquisidora y yo aquí pensando en quesos. ¿Cómo estará Cullen de su herida? ¿Y las víctimas civiles a las que curé? Todavía no me puedo creer que haya conocido a la Leyenda de Ferelden. Intentando no pensar en la gran cantidad de sangre que vi ayer, me concentro en la comida.
Al acabar de comer, miré a mi alrededor y noté como dos hombres de aspecto sospechoso apartaban la mirada. ¿Cuánto tiempo llevarán ahí mirándome?
-¿Quedan habitaciones libres?-le pregunté a la posadera.
-Sí. Acompáñeme, por favor.-dijo la posadera a la que seguía por un tramo de escaleras-Es aquí.
Me dio la llave y extendió la mano para que le diera el dinero.
-¿Cuánto?
-Un soberano.
De mi bolsillo saqué una moneda de oro y se la di.
-Qué disfrute de su alojamiento.-Me dijo la mujer dándome la espalda.
Que comportamiento más raro ¿Estará compinchada con los sospechosos? No había abierto la habitación cuando oigo pisadas en las escaleras. Deben de ser ellos.
Me di la vuelta y vi a los mismos hombres que me estaban observando comer.
-Tevinta, dicen que tienes una esclava qunari...-¡Lo sabía! ¡Nunca nos dejarán en paz! Pensé mientras me giraba a ellos con la mandíbula apretada y el ceño fruncido.
-Primero: no es una eslcava, segundo: se llama Mara y tercero: es mi aprendiza.-dije poniéndome a la defensiva, desenfundando el bastón apuntándolos con la punta afilada metálica.
-¿Mara? ¿Entonces es una Vashoth?-dijo el gigante gris con cuernos de la izquierda.
-Sí, y ya deberíais saberlo. ¿O acaso los otros templarios qunari no os han informado?-dije recordando la primera vez que Mara y yo nos encontramos con unos Arvaarad. No hay nada mejor que llamar a un Arvaarad "templario qunari" para hacerlos enfadar.
-¡Vigila tu lengua, bas!-Me dijo el qunari. Observé como el otro qunari le hablaba en qunlat para tranquilizarlo
-Según tú es Vashoth ¿Y sus padres?
-Muertos.-Los qunari intercambiaron miradas y unas palabras. Seguramente pensaron que los padres de Mara, por ser Tal-Vashoth, los habrían encontrado y matado otro grupo de Arvaarad.
-Te dejaremos en paz... Por ahora.-Acto seguido se dieron media vuelta y bajaron las escaleras.
Ahora debo de tener más cuidado que nunca... Si me descuido, podrían descubrirnos.
Abrí la puerta de la habitación que alquilé en la posada y me senté en el escritorio pensando en como hacerle llegar una carta a Mara sin que los Ben-Hassrath la intercepten.
-¿Vais a hospedarte en esa posada, mi señora?-me preguntó Artorius
-Sí.-le contesté-Dile al chófer que vuelva a Minrathous. Tú te vas con el.
-¿No venís conmigo, mi señora?-me preguntó alarmado
-No puedo, me a surgido un imprevisto.-Y sin decirle nada más al siervo, camino hasta la posada.
Desde que salí de Tevinter, creo que me están siguiendo. Sospecho de quien se trata, pero es muy pronto para confirmar mis sospechas. Le había ordenado a Artorius que se fuera porque temía por su vida y la de los siervos que dependen de mi ahora.
Me puse la capucha negra y caminé hasta el edificio de piedra que se hallaba delante de mi y abrí la puerta. Nada más entrar noté un olor a "perro mojado" que se dice ser característico de Ferelden y puse una mueca de disgusto. Caminé hasta la barra y me senté sin quitarme el abrigo ni la capucha.
La gente parecía feliz; a un lado había gente ocupando una mesa bebiendo y contando historias, al otro extremo estaban comiendo y una camarera servía comida. Aspiré el aroma de la posada y distinguí entre el olor a perro mojado el de un guiso recién hecho. Las tripas me rugieron y caí en la cuenta de que no he comido nada desde la fiesta.
Levanté la mano derecha mientras con la izquierda rebuscaba en los bolsillos en busca de dinero. La camarera vio mi mano alzada y me sirvió un gran plato de guiso. Acto seguido pongo el dinero sobre la barra.
-¿Qué lleva?-Le pregunté, ya que tras la primera cucharada parecía muy bueno.
-Pues lleva patatas, raíz élfica, carne de mabari...-
¿¡Cómo pueden cocinar mabaris!? Pensé mientra me atragantaba.
-Tranquila, es una broma que le hacemos a los extranjeros.-Me dijo la mesera, quien se puso incómoda con al ver que mi rostro serio se tornaba aún mas serio.
La camarera se fue con una sonrisa en la boca. Probablemente todo el mundo caía en su trampa.
Desde lo ocurrido en la desastrosa fiesta, no pruebo bocado y me vinieron a la mente los quesos orlesianos que no pude probar. Por el Hacedor, casi matan a la inquisidora y yo aquí pensando en quesos. ¿Cómo estará Cullen de su herida? ¿Y las víctimas civiles a las que curé? Todavía no me puedo creer que haya conocido a la Leyenda de Ferelden. Intentando no pensar en la gran cantidad de sangre que vi ayer, me concentro en la comida.
Al acabar de comer, miré a mi alrededor y noté como dos hombres de aspecto sospechoso apartaban la mirada. ¿Cuánto tiempo llevarán ahí mirándome?
-¿Quedan habitaciones libres?-le pregunté a la posadera.
-Sí. Acompáñeme, por favor.-dijo la posadera a la que seguía por un tramo de escaleras-Es aquí.
Me dio la llave y extendió la mano para que le diera el dinero.
-¿Cuánto?
-Un soberano.
De mi bolsillo saqué una moneda de oro y se la di.
-Qué disfrute de su alojamiento.-Me dijo la mujer dándome la espalda.
Que comportamiento más raro ¿Estará compinchada con los sospechosos? No había abierto la habitación cuando oigo pisadas en las escaleras. Deben de ser ellos.
Me di la vuelta y vi a los mismos hombres que me estaban observando comer.
-Tevinta, dicen que tienes una esclava qunari...-¡Lo sabía! ¡Nunca nos dejarán en paz! Pensé mientras me giraba a ellos con la mandíbula apretada y el ceño fruncido.
-Primero: no es una eslcava, segundo: se llama Mara y tercero: es mi aprendiza.-dije poniéndome a la defensiva, desenfundando el bastón apuntándolos con la punta afilada metálica.
-¿Mara? ¿Entonces es una Vashoth?-dijo el gigante gris con cuernos de la izquierda.
-Sí, y ya deberíais saberlo. ¿O acaso los otros templarios qunari no os han informado?-dije recordando la primera vez que Mara y yo nos encontramos con unos Arvaarad. No hay nada mejor que llamar a un Arvaarad "templario qunari" para hacerlos enfadar.
-¡Vigila tu lengua, bas!-Me dijo el qunari. Observé como el otro qunari le hablaba en qunlat para tranquilizarlo
-Según tú es Vashoth ¿Y sus padres?
-Muertos.-Los qunari intercambiaron miradas y unas palabras. Seguramente pensaron que los padres de Mara, por ser Tal-Vashoth, los habrían encontrado y matado otro grupo de Arvaarad.
-Te dejaremos en paz... Por ahora.-Acto seguido se dieron media vuelta y bajaron las escaleras.
Ahora debo de tener más cuidado que nunca... Si me descuido, podrían descubrirnos.
Abrí la puerta de la habitación que alquilé en la posada y me senté en el escritorio pensando en como hacerle llegar una carta a Mara sin que los Ben-Hassrath la intercepten.
- Spoiler:
- siento que se me quedara tan largo