- Una carta, Majestad. Lo ha traído un mensajero de la Inquisición pero no lleva su sello. - dijo el criado.
- La Inquisición y sus misterios. -dijo con un suspiro- Gracias, puedes retirarte.
El criado hizo una respetuosa reverencia, a la que Alistair respondió inclinando levemente la cabeza con una sonrisa.
Reconocería esa letra en cualquier circunstancia... Su esposa... Por fin daba señales de estar viva. Y, aunque su ánimo seguía turbado, algo se agitó dentro de él. Abrió la carta con manos temblorosas.
"Amado esposo.
Debo pedirte perdón por mi comportamiento, pero si hubiera tenido que despedirme de ti, no hubiera podido marcharme.
Lo que Corifeus le hizo padecer a la Orden fue infame y terrible. Muchos sucumbieron al miedo de la muerte y cometieron atrocidades en nombre de alguien que nunca fue ni sería líder de nada, solamente de la perdición.
Debo encontrar un remedio para nuestro mal, para sangre que nos infecta y lo haré, aunque deba estar alejada de ti. Pronto volveré a tus brazos, el único sitio donde me siento segura. Pero soy una Cousland y ya sabes lo que hacemos...
Te amo, nunca dudes eso, y es por ello que estoy donde debo estar.
Siempre tuya.
Lady Sylvia Cousland-Theirin"
El rey se dejó caer en el sofá de su estudio, con una sonrisa agridulce en sus labios. Si alguien podía conseguir eso, era ella. Una mezcla de orgullo y miedo se arremolinaba en su corazón.
- Hacedor... Devuélvemela sana y salva...
- La Inquisición y sus misterios. -dijo con un suspiro- Gracias, puedes retirarte.
El criado hizo una respetuosa reverencia, a la que Alistair respondió inclinando levemente la cabeza con una sonrisa.
Reconocería esa letra en cualquier circunstancia... Su esposa... Por fin daba señales de estar viva. Y, aunque su ánimo seguía turbado, algo se agitó dentro de él. Abrió la carta con manos temblorosas.
"Amado esposo.
Debo pedirte perdón por mi comportamiento, pero si hubiera tenido que despedirme de ti, no hubiera podido marcharme.
Lo que Corifeus le hizo padecer a la Orden fue infame y terrible. Muchos sucumbieron al miedo de la muerte y cometieron atrocidades en nombre de alguien que nunca fue ni sería líder de nada, solamente de la perdición.
Debo encontrar un remedio para nuestro mal, para sangre que nos infecta y lo haré, aunque deba estar alejada de ti. Pronto volveré a tus brazos, el único sitio donde me siento segura. Pero soy una Cousland y ya sabes lo que hacemos...
Te amo, nunca dudes eso, y es por ello que estoy donde debo estar.
Siempre tuya.
Lady Sylvia Cousland-Theirin"
El rey se dejó caer en el sofá de su estudio, con una sonrisa agridulce en sus labios. Si alguien podía conseguir eso, era ella. Una mezcla de orgullo y miedo se arremolinaba en su corazón.
- Hacedor... Devuélvemela sana y salva...